En la primera parte de esta trilogía de artículos hablamos sobre que eran lo piezos y algunos de sus usos más comunes y comerciales. Ahora vamos a profundizar en donde yo considero que tienen un uso más creativo e interesante.
La capacidad de traducir una vibración u onda, en señal eléctrica que se puede amplificar, convierte a los piezos en herramientas muy útiles para grabar en situaciones muy sutiles, en las que un micro convencional no termina de llegar, y además mete mucho ruido.
Imaginemos. Queremos grabar el arranque de un disco duro mecánico, pero sabemos que el sonido es muy bajo, y vamos a tener que subir la ganancia de un micro convencional, con el problema de un considerable aumento del ruido y una señal muy baja, sobre todo en salas no acondicionadas. Pegamos un piezo al disco, evitando tocarlo con los dedos para que la mínima vibración no quede grabada, y además hay que sujetarlo bien, porque si se le pone cinta adhesiva, es tan sensible que puede captar el sonido de la cinta despegándose lentamente.
La señal de entrada ya es bastante limpia, porque el piezo en sí mismo recoge la vibración del disco, y aunque es capaz de recoger vibraciones de objetos que no están en contacto, va a grabar perfectamente el sonido interno del disco, y sin que aparezca un ruido horrible cuando subimos la ganancia en postproducción.
Imaginemos. Tenemos la escena de una película, y queremos grabar un bolígrafo firmando o escribiendo algo. Un piezo colocado en el sitio adecuado es capaz de recoger esa vibración de manera mucho más limpia. Nuevamente, hay que tener cuidado con las vibraciones indeseadas.
Imaginemos. Salimos al campo a captar sonidos con nuestra grabadora y encontramos tuberías con agua. Colocamos el micro de nuestra grabadora y escuchamos una parte del sonido, pero si pegamos el piezo, escucharemos lo que ocurre en el interior de la tubería, captando sonidos muy interesantes que de otra manera es más complicado acceder.
Vemos que el piezo aporta más limpieza, un sonido más directo con menos ruido, y además rico en armónicos, pero también con sus inconvenientes, ya que el sonido captado pierde calidad, calidez, fidelidad y tiene un exceso de brillo, por lo que tendremos que trabajar un poco más la ecualización entre otras cosas. Y aunque es verdad que es menos ruidoso porque carece de componentes electrónicos, hay que tener cuidado porque podría captar interferencias y amplificar otros tipos de señales.
Obviamente, no usamos el piezo para sonidos que necesitan conservar todo lo que se pueda del sonido original, pero resuelve perfectamente en situaciones delicadas que el oído con un poco de ecualización apenas va a notar, y mucho más usados para diseño de sonido, foley o procesados para crear música.
Concluiremos esta trilogía de artículos, conociendo algunos recursos para mejorar su sonido y amplificarlo, así como su utilidad para la música en directo, y puedan tener un perspectiva más amplia al menos en su faceta creativa.