Los piezoeléctricos, también llamados zumbadores (buzzer’s) o micrófonos de contacto (dependiendo de su aplicación), son componentes normalmente formados por una placa de cobre y otra central de cerámica, que además se deforma al recibir electricidad, vibrando y generando las ondas del sonido recibido. Sirven de zumbador para emitir sonidos en despertadores, metrónomos... pero también funciona de manera contraria. Si presionamos y deformamos el piezo generará una carga eléctrica que almacenada en un condensador, sería capaz de encender un pequeño led, al menos momentáneamente, y es, utilizado de esta manera, cuando sirve como micrófono, ya que esa vibración se transmite al aparato que recoge y convierte la electricidad en una señal que amplificamos para poder escucharla.
Tengo que aclarar que solo voy centrarme en los piezos creados para emitir y recoger sonido, ya que existen otro muchos tipos de piezos y aplicaciones.
Pero al final, ¿qué tienen que ver con la música?
Podemos encontrar los piezos como micrófonos de contacto para guitarras, violines, pianos, o usados como triggers (envían la señal y las convierten en datos MIDI) en baterías electrónicas. Pero también podemos comprarlos muy baratos para darle el uso que queramos y donde queramos, como por ejemplo captar la vibración de unos muelles que estás atornillados a una lata, siendo en este tipo de situaciones donde me parecen más interesantes y creativos.
Diseño de sonido, arte sonoro, experimentación, creación de instrumentos propios, cajas sonoras... Es en esta parte creativa donde quiero profundizar un poco más y mostrar algunos de sus usos, ventajas y desventajas.